A todas aquellas personas que, como yo, saben lo que es extrañar a alguien.
Hace diez años supe por primera vez lo que es extrañar a alguien. Mi abuela murió en la madrugada del 22 de febrero de 2006. Yo tenía 15 años.
Al año siguiente, falleció la mamá de un compañero de la preparatoria. Nos dieron la noticia de lo sucedido en plena clase de Física. Aún recuerdo que el profesor nos miró a todos y nos preguntó: “¿cuál es la Ley de la Conservación de la Energía?”. Parece que fue ayer. Al unísono respondimos: “la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma”. Jamás olvidaré lo que ese profesor dijo después, miró fijamente a mi compañero:
“Tu mamá no se fue. Del todo. Se ha convertido en otro tipo de energía. Somos energía. Se ha transformado. Sí, físicamente ya no puedes ni podrás verla. Pero ella sigue siendo energía. En este momento es energía que flota libremente en el ambiente. Puedes sentirla. Hazlo.”
Nadie dijo nada después. El silencio fue interrumpido por el mismo profesor, quien ahora hablaba sobre el tema que estaba asignado ese día. No conozco mucho sobre Física. Ni siquiera sé realmente cómo funciona ese supuesto principio de conservación. Lo que sí sé es que eso es lo más poético que he escuchado sobre el tema. Quizás si hubiera sabido eso un año antes las cosas habrían sido distintas. Habría podido entender mejor lo que pasaba.
“Somos energía”. Lo somos. No sé qué ha pasado con ese compañero. Pienso que, al igual que yo, sabe lo que es extrañar a alguien. Pero, tanto como yo, sigue recordando las palabras de nuestro profesor.
Hace ocho años perdí por primera vez a alguien importante en mi vida. De vez en vez, sobre todo cuando me siento sólo, me gusta pensar en que si me concentro lo suficiente, puedo sentir la energía que me rodea, esa que flota libremente en el aire, esa fuerza que tiene la capacidad para mover, para transformar, para encerrar, para liberar. Esa energía que yo mismo produzco. Quizás mi abuela es parte de esa energía. Quizás no. Pero pensarlo hace que me sienta menos sólo.
Hace diez años supe por primera vez lo que es extrañar a alguien. Hoy, lo sigo sabiendo…pero hoy también sé que somos energía.