“And I walked, almost staggered, up to the audience and splayed myself in front of them with complete abandon and surrender.” – Shalom Harlow.
No. 13 es el nombre de la pieza que Shalom Harlow vistió durante la presentación de la colección Primavera/Verano 1999 del diseñador británico Alexander McQueen. Ésta consiste en un vestido blanco en forma de trapecio con un cinturón a la altura de los senos.
Harlow, quien cerró el desfile, apareció sobre la pasarela caminando lentamente hacia una superficie giratoria. Junto a ella, unos amenazadores brazos robóticos se movían al compás de sonidos dóciles que poco a poco comenzaron a volverse dramáticos. Los asistentes al evento aplaudían maravillados al ver a la modelo canadiense moviéndose como si se estuviera protegiendo de la presencia robótica que la acechaba. De repente, las estructuras metálicas comenzaron a disparar gruesos hilos de pintura sobre la mujer que tenían enfrente. En cuestión de segundos, la superficie blanca del vestido se impregnó violentamente de negro y neón. Los disparos cesaron y frente a los ojos de los espectadores se reveló una modelo que ahora vestía una pieza creada tan sólo segundos antes.
Al preguntársele por lo que había sentido en ese momento, Shalom Harlow afirmó que la experiencia en un punto se asemejó a un agresivo acto sexual…a uno que deviene en una violenta pero perfecta creación, un instante en el que el caos explota y sólo queda la rendición. Sólo queda la total entrega.
Dreaming Stones, de Rebecca Horn fue la obra que inspiró el performance realizado por Harlow. La instalación de la artista alemana está compuesta por dos escopetas que se disparan pintura roja a sí mismas, de ahí la idea de los brazos robóticos. El diseñador británico era gran fanático del trabajo de la artista, del cual se inspiró en repetidas ocasiones.
Dreaming Stones (2006), Rebecca Horn.
Este vestido fue parte de las piezas que integraron Savage Beauty, muestra retrospectiva del trabajo del diseñador exhibida en el Metropolitan Museum of Art en 2011.