Tsundoku es la palabra que los japoneses utilizan para describir el acto de comprar libros y no leerlos. O bien: el dejar que los libros se apilen en un rincón, o un librero…o en el piso.
No me avergüenza decir que padezco el síntoma descrito por los japoneses. Soy de la idea que un libro se lee en el momento preciso en el que debe ser leído. Hay cosas que simplemente suceden. Hay palabras que llegan a nuestra vida en el instante indicado. Como las personas. No sé. Quién sabe.
Sufrí de tsundoku con el catálogo de World Press Photo 2013. Lo conseguí el verano pasado y hasta hace unos meses, a raíz de un proyecto fotográfico en el que estaba trabajando, hojeé el libro. Vi las fotografías. Suspiré con las historias. Me inspiré en el trabajo de cada uno de los fotógrafos que aparecen publicados. Él estaba sentado junto a mi. Estaba trabajando. Y yo veía una fotografía. Y luego lo miraba a él. Y en ese momento yo deseé que el tiempo se detuviera y ese instante quedara congelado. Como una fotografía. Y vivir así siempre. No sucedió. El tiempo pasó. Él pasó. Yo pasé. Y ahora estoy escribiendo esto.
Él y yo hoy somos una historia. Una de mis favoritas. La vida es eso. Una historia. Como la de Mirella y Luigi. Casados durante más de 40 años. Cuando él tenía 65, el Alzheimer llegó a su vida. Para quedarse. Para consumirlo. Para hacerlo olvidar. La cotidianeidad de la pareja italiana dejó de existir. Ella destinó su cuerpo y su alma a cuidarlo a él. Poco a poco, él dejó de comer, de entender la diferencia entre el día y la noche. Él dejó de reconocerla. A ella. En 2011, murió. Mirella estuvo ahí. Nunca se fue. Porque cuando se ama de verdad, uno se queda. Y uno permanece en pie incluso si todo alrededor se ha derrumbado. Eso es amor. No más. No menos.
El fotografiar la historia de Mirella y Luigi le valió a Fausto Podavini el primer premio de Reportajes Gráficos que otorgar el comité detrás del World Press Photo. La serie se compone de veintisiete fotografías que pueden ver haciendo clic aquí.
En cada una, todas en blanco y negro, hay intimidad, silencios, compasión, fortaleza. Y amor.
Somos historias.
Somos fotografías.
Somos recuerdos.
Somos momentos.
Somos Mirella.
Somos Luigi.
Somos él.
Soy yo.
Y la fotografía que mentalmente le tomé cuando estaba sentado junto a mi. Trabajando.
Fotografías de www.faustopodavini.eu