El cambio climático no está de moda

ENSAYO FINAL / Seminario de Cambio Climático y Gobernanza Global

Introducción

El 23 de abril de 2013 un edificio se derrumbó en Bangladesh. No fue cualquier edificio. En cuestión de segundos, un inmueble de ocho pisos colapsó frente a los ojos de una multitud invadida por el pánico. Se trataba del Rana Plaza, un Centro Comercial ubicado en Savar, distrito de Daca, capital del país asiático mencionado al inicio de este párrafo.

Además de bancos y tiendas, en el lugar en cuestión se encontraban cuatro fábricas de ropa que empleaban a, aproximadamente, 5.000 personas. En el lamentable suceso murieron 1.200 personas y 2.400 resultaron heridas. No se trató de un accidente provocado por un terremoto. Las investigaciones entorno al hecho dejaron entrever que el edificio se encontraba agrietado y era ocupado por un número mayor de individuos al que su capacidad permitía.

Conforme las averiguaciones en torno al evento aumentaban, las irregularidades lo hicieron del mismo modo. La Caja de Pandora se abrió. Y se pudo ver el horror: pésimas condiciones de trabajo, minúsculas retribuciones, menores de edad y mujeres laborando jornadas de más de ocho horas, etc. Bien podría decirse que en esa fábrica había una cierta esclavitud. Una “moderna”…pero no por eso, a la moda.

El colapso del Rana Plaza comenzó el debate sobre dumping social en el ámbito de comercio internacional, específicamente en el sector textil. Un sinnúmero de medios publicó las implicaciones de esa práctica injusta definida como el “ofrecer productos más baratos que la competencia gracias a una mano de obra a precio de explotación”[1]. La comunidad internacional reaccionó rápidamente y en conjunto con diversas ONG instó a un gran número de marcas a firmar acuerdos en los que se comprometieran a realizar prácticas justas, en condiciones óptimas de trabajo, dentro de sus fábricas.

Más allá de lo que tiene que ver con la paga justa, otra grieta más cuarteó al edificio. Una relacionada con el ámbito del medio ambiente. Una que recordó que actualmente son necesarios más de 2.500 litros de agua para fabricar una playera de algodón. Una cuarteadura que reveló la poca conciencia ambiental existente en tal fábrica. (No es de sorprenderse, ¿qué se podría esperar de un lugar que ni por sus empleados se preocupa?). Desechos, basura, humo. Una trinidad que contribuye a generar el cambio climático. Una verdadera verdad incómoda. Una situación que se manifestó, y que continúa…una en la que poco se ha trabajado.

El presente ensayo investiga las acciones que la industria de la moda ha realizado en cuanto a reducir su impacto ambiental, contribuir a la disminución de su huella de carbono y, de manera general, poner de manifiesto la íntima relación que existe entre la industria en cuestión y el medio ambiente. Sin embargo, a pesar de muy íntima, esta reciprocidad crece de manera lenta, cuando, en mi opinión, debería ser de modo acelerado. Cada temporada implica, para un gran número de personas, hacerse de más ropa…misma que se crea a través de un proceso que puede o no impactar el medio ambiente; implica pensar en gastos de distribución, en obtención y explotación de materiales. Además de ropa, ¿qué está haciendo la industria? ¿Es la pasividad ante el cambio climático una tendencia?

Anatomía de la Industria de la Moda

Pensar en moda es pensar en estilo. En auto-expresión. En París, desfiles, compras, felicidad, y otras palabras relacionadas. Hasta hace poco la palabra sostenible comenzó a aparecer en etiquetas. En revistas. Al término chic le precedió al color verde: verde chic. En la industria se comenzó a hablar de lo que muchos en su momento catalogaron como una moda pasajera, un gusto y preocupación por el medio ambiente. Los diseños “verdes”, cuyo proceso de fabricación no dañara el medio ambiente comenzaron a hacerse cada vez más presentes. Invitaciones a una compra consciente, a hacerse de piezas que sí, definieran nuestra personalidad pero no por ello dañaran al planeta. Lo verde chic se escucha en las calles y se ve en las pasarelas. No sorprende que en la pasada edición de Mercedes-Benz Fashion Week México se haya organizado un Foro de Ideas en el que se discutía la sustentabilidad en y de la industria. Al igual que en muchas otras industrias, en la esfera de la ropa lejos comienza a quedar el mundo en el que el medio ambiente era lo que menos interesaba.

He vivido mi adolescencia, juventud y edad adulta (si es que así puede ser considerada mi segunda década de vida) hojeando revistas como VOGUE, Nylon, ELLE, etc. En esas páginas he visto el trabajo de los grandes diseñadores, he conocido a los emergentes. He podido estudiar como evoluciona la moda, a ratos hacia delante, muy adelante; a ratos, regresando hacia atrás, a rescatar o reinterpretar el pasado. He leído artículos que me hacen pensar en Nueva York, que me hacen reflexionar en temas alejados a productos de belleza; temas en los que he podido notar que la moda se relaciona con la economía tanto como lo hace con la política y la cultura. Y de un tiempo a la fecha, también con el medio ambiente. En las páginas de revistas que mencionó he comenzado, cada vez más, a leer las palabras: consumo ético, cambio climático, medio ambiente, compra consciente, protección animal, fur-free, etc. Incluso he leído declaraciones de diversos diseñadores (tanto los que ya son una institución como los que recién empiezan) en las que dejan clara su postura de proteger, a través de la ropa que crean, al planeta. ¿Por qué el súbito cambio? ¿Por qué la nueva tendencia? ¿Por qué ese deseo de volverse verdes?

Antes de hablar de las iniciativas emprendidas por la industria, me parece prudente explicar la anatomía de la misma. Sí, en esas páginas suspiro con los diseños, ¿pero qué implican éstos? ¿cómo se obtienen las fibras para producir la camisa que hoy traigo puesta? ¿cómo se alcanza la sostenibilidad en la industria de la moda?

Los autores Miguel Ángel Gardetti y Ana Laura Torres en su texto Sustaintability in Fashion and Textiles: Values, Design, Production and Consumption afirman que la industria de la moda usualmente opera en detrimento a factores ambientales y sociales[2]. A la vez, escriben que la sostenibilidad es el resultado de tres elementos: economía, medio ambiente y equidad social. Habiendo expresado lo anterior, ambos insertan la industria textil y de la moda (ropa)[3] en ese esquema de sostenibilidad (este concepto, para los autores, es esencial para alcanzar el desarrollo sostenible[4]).

El esquema anatómico de la industria consiste en la obtención y producción de fibras, diseño textil, hilado, tintura, tejido, acabado, diseño, corte y confección, centros de distribución, venta, uso y eliminación/re-uso. Durante todo el proceso los autores anotan que esta el factor del transporte. Cada eslabón del esquema implica distribución.

Ahora, ¿qué tiene que ver esto con el medio ambiente? ¿O con el cambio climático? Siguiendo la anatomía de la industria propuesta por Miguel Ángel Torres y Ana Laura Torres, es en estos procesos en donde la huella de carbono/impacto ambiental puede reducirse, o extenderse a niveles severamente dañinos. En otro esquema, se anotan cada uno de los impactos socio-ambientales del proceso; entre éstos se puede leer el uso de pesticidas, modificación de condiciones genéticas, uso de productos químicos, contaminación del agua, sobre-emisiones de CO2, etc.

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Imagen: Impactos socio-ambientales de la industria textil y de la moda; en Sustaintability in Fashion and Textiles: Values, Design, Production and Consumption, Miguel Ángel Gardetti y Ana Laura Torres. Para mayor información sobre la fuente, se recomienda consultar la sección de Bibliografía del presente ensayo.

Como puede observarse, en la anatomía de la industria aparecen agentes que, como lo expresó W. Neil Adger, contribuyen a la vulnerabilidad del medio ambiente ante el cambio climático. Lo anterior afecta en mayor medida en el aspecto del agua; la mayor huella ambiental de la industria de la moda se da en lo relacionado con el recurso natural antes mencionado. El gasto hidráulico para producir textiles y piezas de ropa es abrumador. Ya se han escrito los litros que deben utilizarse; a esto se añade la huella ambiental (de agua) que implica el lavado doméstico de dichas piezas: 40%[5].

Ante lo anterior, una solución está en orden. En el texto Sustainability and Luxury las autoras Simone Guercini y Silvia Ranfagni proponen apostarle al lujo; es decir: seleccionar textiles de mayor calidad y, por ende, mayor duración. “Las marcas de moda de lujo combinan la rareza de los recursos con la singularidad derivada de heterogeneidades ropa[6]”, afirman las autoras. Sin embargo, manejar lujosos textiles implica aumentar costos de producción así como el costo final de la pieza. Si bien ellas argumentan que lo recaudado se utilizaría para reducir el impacto ambiental, al ahora manejar el proceso con mayor precaución e invertir en mayor eficiencia así como procesos de calidad, personalmente no considero que sea una solución viable para toda la población, sino únicamente para quienes cuentan con el suficiente poder adquisitivo para pagar un bien de lujo. ¿Qué puede hacerse entonces?

Iniciativas de la industria VS. el cambio climático

Actualmente, en nuestro país existe ya una iniciativa de moda enfocada a preservar el medio ambiente: México Fashion Green. Ésta se trata de “la única plataforma de moda enfocada a proyectos de conservación ecológica”[7]. A través de la moda, se promueven proyectos sustentables cuyo propósito es concientizar acerca del agotamiento y deterioro de recursos naturales. Esta iniciativa apoya únicamente a diseñadores cuyo proceso de creación y fabricación no daña al medio ambiente. En su sitio web uno puede encontrar una lista de marcas comprometidas con la naturaleza, para así acudir a ellas la próxima vez que se desee ir de “compras responsables”. 

Los esfuerzos de México Fashion Green se unen a la labor ambiental que diariamente realiza la diseñadora inglesa Vivienne Westwood, quien es conocida por tomar parte en asuntos relacionados con la política y la economía. Sea en una charla TED, abriendo sus desfiles con un performance alusivo al medio ambiente o siendo entrevistada para The Guardian, la británica se manifiesta a favor de proteger el medio ambiente y reducir los impactos del cambio climático. Con campañas como Save The Artic (realizada con conjunto con Greenpeace) o Not Fun Being Extinct (en conjunto con el Fondo Mundial para la Naturaleza), hace un llamado a la protección del planeta. “Esto va más allá de la industria de la moda, olvídense de ella, esto nos afecta a todos…esto es sobre el cambio climático[8]”, suele decir.

Conclusión

Actualmente, el uso de algodón corresponde al 90% de las fibras utilizadas en la industria textil. Su proceso es costoso y de alto impacto para el medio ambiente ya que se necesitan 30.000 litros de agua para generar un kilo de algodón que pueda ser tratado y procesado; además, como se escribió en la introducción de este ensayo, se requieren 2.500 litros de agua para producir una playera de esta fibra. El excesivo uso de agua es abrumador. Se deja así entrever la necesidad de apostar por nuevas fibras. En la era digital en la que hoy vivimos ya han comenzado a desarrollarse tejidos y prints 3D (del diseñador japonés Zhang Hongyu) que uno puede modificar e imprimir desde la comodidad de su casa; éstos se prensan sobre un material parecido al papel, pero más resistente. De este modo, una vez concluido su uso, puede reciclarse fácilmente.

A la vez, se debe continuar fomentando el consumo ético y compra consiente. Mes con mes, la sección Style Ethics, que se publica en la edición americana de la revista VOGUE, realiza una labor similar a la de la iniciativa México Fashion Green: informar sobre las marcas que protegen el medio ambiente a través de sus diseños.

En mi opinión, la industria de la moda debe fomentar el “reciclaje” o “re-uso” de las piezas. Sea que se donen, sea que se regresen a la fábrica (como es el caso de la compañía H&M) para que se deshagan y vuelvan a procesar. De este modo podría iniciarse un “ciclo de reciclaje textil” que garantizaría una reducción en cuanto a desechos de ropa se refiere.

 La tendencia es seguir fomentando el verde-chic. Reducir la huella ambiental a través de nuestras acciones diarias…como lo es el comprar ropa; el hacerse de piezas cuyo proceso de elaboración no cause más vulnerabilidades. Proteger al planeta está de moda. Lo está hoy y lo debe estar siempre. Es uno. En él vivimos. En él somos…y, sobretodo, en él vestimos esa ropa que tanto nos gusta y define.

Pies de página

[1] Gabriela Cañas, “El precio del dumping social,” El País, (Mayo. 5 2013 [citado el 9 de mayo de 2014]): disponible en http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/05/05/actualidad/1367782894_906591.html

[2] Miguel Ángel Gardetti y Ana Laura Torres, “Sustaintability in Fashion and Textiles: Values, Design, Production and Consumption,” Sustainability in Fashion and Textiles (Marzo 2013 [citado el 9 de mayo de 2014]): disponible en http://www.greenleaf-publishing.com/fashion

[3] La primera industria se diferencia de la segunda en el sentido de que se trata únicamente de fibras, la segunda compone el proceso en el que dichas fibras se tratan para así crear una pieza de ropa.

[4] Este ensayo se atiene a la definición de desarrollo sostenible establecida en el Reporte Brundtland.

[5]Pamela Ravasio, “How can we stop water from becoming a fashion victim?,” The Guardian, (Marzo 7 2012 [citado el 9 de mayo de 2014]): disponible en http://www.theguardian.com/sustainable-business/water-scarcity-fashion-industry

[6] Simone Guercini y Silvia Ranfagni, “Sustainability and Luxury: The Italian Case of a Supply Chain Base don Native Wools,”(Diciembre 2013 [citado el 9 de mayo de 2014]: disponible en http://www.greenleaf-publishing.com/fashion

[7] Alejandro Ugo, “México Fashion Green: moda y ecología,” Revista Código, (Mayo 2012 [citado el 9 de mayo de 2014]): disponible en http://www.revistacodigo.com/mexico-fashion-green-moda-y-ecologia/

[8] TExObserver 2011, Vivienne Westwood. Disponible en: http://www.theguardian.com/tedx/vivienne-westwood-fashion-climate-change

Bibliografía

Adger, W. Neil. Vulnerability. London: University of East Anglia, 2006.

Cañas, Gabriela. “El precio del dumping social.” El País. (Mayo. 5 2013 [citado el 9 de mayo de 2014]): disponible en http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/05/05/actualidad/1367782894_906591.html

Gardetti Miguel Ángel y Torres Ana Laura, “Sustaintability in Fashion and Textiles: Values, Design, Production and Consumption,” Sustainability in Fashion and Textiles (Marzo 2013 [citado el 9 d emayo de 2014]): disponible en www.greenleaf-publishing.com/fashion

Guercini Simone y Ranfagni Silvia, “Sustainability and Luxury: The Italian Case of a Supply Chain Base don Native Wools,”(Diciembre 2013 [citado el 9 de mayo de 2014]: disponible en http://www.greenleaf-publishing.com/fashion

Ravasio Pamela , “How can we stop water from becoming a fashion victim?,” The Guardian, (Marzo 7 2012 [citado el 9 de mayo de 2014]): disponible en http://www.theguardian.com/sustainable-business/water-scarcity-fashion-industry

Ugo, Alejandro, “México Fashion Green: moda y ecología,” Revista Código, (Mayo 2012 [citado el 9 de mayo de 2014]): disponible en http://www.revistacodigo.com/mexico-fashion-green-moda-y-ecologia/

TExObserver 2011, Vivienne Westwood. Disponible en: http://www.theguardian.com/tedx/vivienne-westwood-fashion-climate-change

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